A raíz del éxito de juegos como Parappa the Rapper o Dance Dance Revolution, los juegos de inspiración musical que se mezclan con los quick time events, empezaron a tener un auge en el mundo de los videojuegos. La industria había encontrado un nicho para poder acercar a los videojuegos a un público sin experiencia previa en estos. Esta tendencia llegó a su punto álgido una década más tarde con Guitar Hero, pero durante este camino fueron diversos los títulos que pasaron por diferentes plataformas explotando este subgénero.
Walt Disney’s The Jungle Book: Groove Party es un buen ejemplo de ello, si bien su público objetivo era de un intervalo de edad menor que los títulos anteriores, lo cual se refleja tanto en la dificultad como en el tipo de canciones. El videojuego – obra de Ubisoft y Disney Interactive para PC, PlayStation y PlayStation 2 – toma el universo del clásico de Disney El Libro de la Selva y pone a sus personajes principales a cantar.
El juego toma la estructura principal de la película y recrea alguna de sus escenas más conocidas en forma de cinemáticas en 3D, para dar paso a una canción relacionada con la escena en cuestión. No todas las canciones usadas aparecen en la película e incluso éstas son versiones modificadas llevadas hacia un estilo más acid, que las versiones jazzísticas originales. No obstante, podemos decir que el trabajo llevado a cabo por el compositor Nicolas Maranda (miembro de los músicos de Cirque du Soleil) es bastante destacable, tanto en los temas versionados como en las canciones nuevas, siempre teniendo en cuenta el público al que va dirigido.
El sistema de juego es muy sencillo: en la pantalla de juego encontramos en la parte izquierda dos círculos por donde van a pasar las «notas», que no dejan de ser iconos con flechas indicando hacia que lado debe pulsarse en el momento justo en el que el icono pasa por el círculo. El videojuego está pensado para jugar con un mando con doble stick analógico, correspondiendo cada uno de los círculos a cada uno de los sticks. No obstante, ante la posible carencia de mando analógico, también puede ser usada la cruceta como lado izquierdo y la botonera como el lado derecho.
Aparte de seguir las notas principales de la canción, cada cierto tiempo el juego nos propondrá un pequeño combo a realizar en algún momento entre nota y nota. De hacerlo correctamente, se nos activará algún tipo de power up que nos dará puntuación extra o invulnerabilidad momentánea. Estos combos, además, serán esenciales para derrotar a ciertos enemigos finales en ciertos niveles. Por otro lado, tendremos que tener en cuenta nuestra propia vida, representada por frutas que van pudriendo según vamos cometiendo errores hasta que Mogwli se cae, perdiendo una vida.
En el aspecto gráfico cabe destacar el intento de dotar de tridimensionalidad a personajes que originalmente eran bidimensionales en el film. Esto, aunque se logra con cierta soltura teniendo en cuenta la fecha de lanzamiento, hace que haya un desfase entre las escenas cinemáticas, de una calidad gráfica superior, y las del videojuego en sí; un problema que se hace aún más patente en la versión de PlayStation 1. No obstante, a nivel funcional el apartado gráfico cumple su misión y es bastante claro en su interfaz, lo que da una experiencia jugable a toda la familia muy interesante, al contar con cuatro niveles de dificultad.
En este vídeo podéis ver cómo es el juego: