La historia de Ralph H. Baer sin duda es digna de un gran filme, ya que durante sus 92 años de vida ha vivido infinidad de situaciones, relacionadas o no con los videojuegos, que hacen de su experiencia vital una historia muy interesante. Baer nació en 1922 en el seno de una familia de la Alemania Meridional en una época muy convulsa como para ser judío en tierras germánicas. A los once años, Baer fue expulsado de su colegio por ser judío, siendo obligado a asistir a una escuela exclusiva para judíos. Este hecho solo sería el primero de tantos que desencadenaría la salida de la familia de Europa hacia Estados Unidos, antes de que la situación empeorase.
Una vez que cruzaron el charco, Baer tuvo que ganarse la vida como fue pudiendo. Mientras trabajaba por un mísero sueldo en una fábrica, se graduó en el Instituto Nacional de Radio como técnico del servicio de radio lo que le llevaría en 1943 a ser reclutado para la Segunda Guerra Mundial como parte de la inteligencia militar. Años más tarde, se graduó en Ciencias en Ingeniería de la Televisión y consiguió trabajo como ingeniero jefe de una fabrica de material médico electrónico.
Poco después, llegó a diseñar líneas de alta tensión para IBM, como presidente de Transitron y finalmente para Sanders Associates donde finalizó su carrera y realizó el trabajo por el que es más conocido: La Brown Box. Un prototipo de lo que pretendía ser la primera videoconsola doméstica de la historia, basada en el juego de ping pong, como hubiese hecho Higinbotham con Tennis for Two años antes. Baer creía en que el abaratamiento de los televisiores abría un mundo de posibilidades para nuevas aplicaciones para los mismos, lo que le llevó a la idea de convertirlos en interactivos.
Convenció a sus superiores, que le entregaron 2500 dólares y dos ingenieros para trabajar en el proyecto que terminó por ver la luz en 1971, cuando fue licenciado a Magnavox. Fruto del invento de Baer llegó la Magnavox Odissey, la primera videoconsola de la historia y que llegaría a un nivel de ventas de unas 300.000 unidades y que inició lo que se conoce como la “locura de pong”, cuando el mercado se inundó de máquinas similares de todo tipo de empresas, así como inspirar a Nolan Bushnell para su éxito con Pong en Atari. Aparte de la consola en sí, Baer también acredita el primer periférico que se realizó para un videojuego, una escopeta bajo el título de Shooting Gallery que era compatible con la Odissey.
Aparte de seguir trabajando en el desarrollo de videoconsolas para Magnavox y Coleco, su siguiente hito llegó en 1979 al ser el creador del popular juego de memorización Simon para Milton Bradley. El juego fue un éxito durante toda la década de los 80 y Baer ya se dedicó a proyectos menores hasta su retirada en 1987. A partir de ahí se dedicó repartir su conocimiento en multitud de convenciones y entrevistas, recibir todo tipo de reconocimientos a su carrera, así como a donar su documentación y hardware al Museo Smithsonian. El 6 de Diciembre de 2014 falleció dejando tras de sí una multitud de premios y más de 150 patentes a su nombre