Con el ocaso de la Edad de Oro del Soft Español, la producción española en materia de videojuegos se había extinguido prácticamente. Tan solo Dinamic Multimedia con sus sagas deportivas y Gaelco con sus máquinas recreativas, suponían casi la totalidad de los videojuegos que se producían en territorio español, en una época que si no hubiese sido por el éxito de PCFútbol, la crisis del software hispano hubiese sido de lo más profunda.
Tras un primer lustro de tinieblas, Noria Works, compañía tras la cual estaba el programador Javier Arévalo, fue una de las pocas que se atrevió a meter la cabeza en el mercado y en un terreno no precisamente fácil: los videojuegos de carrera arcade. En aquella época no eran pocos los títulos internacionales de este subgénero que gozaban de buena salud y, si bien era un tipo de juego en un momento bastante popular, no dejaba de ser una competencia feroz. No obstante, Noria Works consiguió la distribución en 1995 de Friendware para su salida en PC con un resultado bastante notable en ventas. Esto terminó por confirmarse un año más tarde cuando pasó a formar parte del pack deportivo Multisports, lanzado por Dinamic Multimedia y que le dio el espaldarazo definitivo a su popularidad.
Speed Haste es un fiel representante de los videojuegos de carrera arcade con todo lo que ello supone, tanto a favor como en contra. La simulación queda a un lado y el videojuego se basa en acelerar como un loco y frenar más bien poquito, quedando el tema realista simplemente a la posibilidad de elegir coches sin cambio automático. El título nos presenta dos tipos de vehículos, Formula 1 o Stock, siendo este último el que requiere una mayor pericia al tender mucho más a derrapar, pero en ambos casos el juego tiene una gran velocidad de aprendizaje. Precisamente, éste sea uno de sus principales defectos, su curva de dificultad es tan baja que en poco tiempo nos haremos con el dominio y lideraremos todas las carreras, quedando como único reto el de superar nuestros propios récords. Por suerte, el modo a pantalla partida para dos jugardores supone todo un plus al título y, probablemente, sea la modalidad más destacada, así como su modo en red para hasta cuatro jugadores.
Speed Haste es un juego que cumplía con creces técnicamente. Sus modelados tridimensionales estaban a la altura de otros títulos de la competencia y su gran flexibilidad a la hora de configurar los gráficos permitía que corriese con fluidez en un amplio espectro de ordenadores de la época. A esto hay que sumar una banda sonora espectacular que, en mi opinión, superaba a la competencia ampliamente.
Sin embargo, a pesar del poderío técnico demostrado, Speed Haste no termina de estar redondo y es una pena, ya que se trata de pequeños detalles. Si bien los gráficos son esplendidos, lo cierto es que los diseños de los circuitos pecan de simples y de muy parecidos entre ellos. Por otro lado, se presentan tres modos de juego (práctica, carrera y campeonato) pero apenas hay diferencia entre ellos. El modo campeonato se supone que es el más destacado, pero se limita a hacernos correr los ocho circuitos uno detrás de otro y, aunque acumulamos puntuación, somos los únicos que lo hacemos. No hay clasificación general, ni puntuación de nuestros rivales por lo que, en realidad, dicha puntuación no sirve absolutamente de nada y, de nuevo, el reto se limita a la autosuperación de nuestras propias marcas.
Pero a pesar de estos fallos, lo cierto es que Speed Haste fue un título que en su momento nos sorprendió e incluso provocó cierto chauvinismo al demostrar que no desmerecía con otros títulos de talla internacional.
En este vídeo podéis ver cómo es el juego: