En Estados Unidos el mundo del motor nada tiene que ver con Alonso, Hamilton y compañía, la Fórmula 1 no les suena de nada. lo suyo es las carrera de Fórmula Indy y sobre todo las 500 Millas de Indianápolis que se celebran en el Indianapolis Motor Speedway. El juego al que nos referimos hoy se centra en esta competición. Fue el primer juego de carreras de Papyrus Design Group, que años más tarde terminaron por conseguir gran fama gracias a sus series Nascar racing e IndyCar Racing, las cuales son herederas directas del videojuego que hoy nos ocupa. Fue distribuido por, en aquella época, la gran compañía exclusiva de videojuegos deportivos: Electronic Arts.
La principal novedad que aleja a Indianapolis 500 del resto de los videojuegos de carreras de la época al dejar de lado el aspecto arcade del género. Desde Papyrus intentaron realizar un simulador más que un simple juego de carreras donde simplemente tener unos buenos reflejos eran suficientes para jugar y el propio juego solía estar del lado del jugador. En Indianapolis 500: The Simulation nos encontramos con la simulación más realista posible que se podía conseguir con la tecnología de la época.
Tenemos tres equipos posible para seleccionar, cada uno con sus coches característicos, donde tenemos que encontrar el equilibrio entre la manejabilidad y la velocidad punta como atributos principales. Desde nuestro puesto en boxes, podemos decidir el reglaje, la presión de los neumáticos, la cantidad de gasolina, etc… Una vez tenemos el coche listo, podemos llevarlo a una ronda de calificación, donde la media de la velocidad en una serie de cuatro vueltas al Indianapolis Motor Speedway definirá nuestra posición de salida cuando pasemos al modo carrera.
En dicho modo carrera, tenemos tres opciones juego: diez, treinta y doscientas vueltas (en este último caso coincide con las 500 millas reales). La diferencia no se limita al número de vueltas, ya que, a mayor número de vueltas, mayor nivel de dificultad y realismo. En la carrera de doscientas vueltas, aparte de una duración que supera ampliamente las dos horas, tenemos que tener cuidado con los impactos, las sanciones en carrera, la temperatura del motor para que no gripe el motor y las paradas en boxes para cambiar neumáticos y repostar gasolina. Por contra, en la carrera de diez vueltas, los choques no degradan el coche y podemos conducir a lo loco que no vamos a tener sanciones.
Desde el punto de vista técnico, lo más destacable son sus impresionantes gráficos 3D. Por aquella época no se había visto una cosa igual, con una representación del óvalo, las gradas, los boxes y sin ningún problema de rendimiento prácticamente en ningún PC. Además una buena cantidad de cámaras multiángulo nos permiten tener unas repeticiones muy espectaculares. En lo que respecta al sonido, nos encontramos con un trabajo digno con el speaker a la hora de representar el sonido del motor y, eso sí, un tema introductorio excelente a cargo de Rob Hubbard.
Indianapolis 500: The Simulation puso la primera piedra en el género de los juegos de carreras enfocados a la simulación, aunque eso sí, conllevó también a un recalibrado de la curva de dificultad, en especial en las series IndyCar Racing y Nascar Racing, lo que hace que en muchos aspectos, Indianapolis 500: The Simulation siga siendo único e irrepetible hoy día.
En este vídeo podéis ver cómo es el juego: